Mis dulces braguitas: Sumisa por un día. SEGUNDA PARTE

lunes, 11 de abril de 2016

Sumisa por un día. SEGUNDA PARTE

(- Ahora estás en mis manos. Como podrás observar no te puedes mover apenas. No te voy engañar, te voy hacer un poco de daño porque tengo muchas ganas de ver cómo ese culo impresionante se queda rojo después de desgastarlo. Voy a hacer demasiadas cosas contigo, Carolina y si te portas bien como regalo dejaré que te corras mientras te follo. Solo si te portas bien.

Debido a mi posición me fue imposible ver la cara que estaba poniendo mientras soltó todas esas palabras que estaban provocando en mí un
chorreo de flujo impresionante sobre mis braguitas...
)

Noté como él se puso encima de mis piernas y apoyó sus manos sobre mis glúteos. noté su calor y esas manos completamente calientes deseosas de hacer conmigo todo lo que quisiese. Seguidamente me agarró el pelo y tiró de él haciendo que mi cabeza se levantase y a su vez las cuerdas tirasen más de mis muñecas provocándome un dolor inevitable y perfecto.
Con una de sus manos fue recorriendo mi espalda desde mi cuello hasta el principio de mi culo dejándome la marca intensa de sus uñas y un escozor que era terriblemente maravilloso. Mientras, yo, hacía un gran esfuerzo por contener el grito, por controlar la respiración, por mantener la calma en medio de aquel terremoto de sensaciones.
Algo manejado por el hombre que me estaba volviendo loca empezó a deslizarse por la piel de mis glúteos, era algo que podía notar que no eran ni sus manos ni ninguna parte de su cuerpo. Ese algo se coló entre mis bragas, mejor dicho, él hizo que se colase entre mis bragas y sentí como se introdujo dentro de mí con fuerza y brusquedad, estaba dejando aquel cachivache empapado, podía notar como mi coño lo manchaba con sus flujos constantes. Él no dejaba de manejarlo, de meterlo y sacarlo una vez tras otra. Mi cuerpo no podía con tanto placer y a pesar de los grandes esfuerzos por no correrme, no aguanté y me corrí mientras gritaba con cada contracción de mi vagina.
Él hombre que acababa de conseguir uno de los mejores orgasmos de mi vida paró en seco el movimiento del cachivache y lo dejó ahí, dentro de mí.
- ¿Te acabas de correr? - me preguntó con la voz seca.
- Creo que sí - murmuré mientras aún seguía recuperando el aliento.
- ¿Crees que sí? ¿Has inundado mis sábanas con tu corrida y lo que me contestas es "creo que sí"? - su tono comenzaba a tornarse a cabreado. - te dije que si te portabas bien te dejaría correrte en mi polla, ¡¿En qué puto momento he dicho que te puedas correr?!
No sabía qué contestar y la verdad es que él tampoco me dejó tiempo para hacerlo, directamente me agarró del vientre haciendo que se incorporase un poco mi culo, aunque las cuerdas no daban mucho de sí y tiraban demasiado. Y así, en esa postura, con mi culo en pompa y con el cachivache aún dentro de mí me bajó las braguitas y comenzó a azotarme con su mano completamente abierta.
- Te avisé, señorita desobediente. No me queda otra que enseñarte por las malas.
Sus manos tatuaban mis glúteos a base de guantazos que dolían una barbaridad pero que desconcertantemente me mataban de placer.
Continuó con sus azotes hasta que mi cuerpo no aguantó más el dolor y volvió a su posición inicial.
- ¿No puedes más? ¿Te estoy haciendo demasiado dañito? - preguntó con tono irónico. - Pues prepárate porque esto no ha hecho más que empezar.
Volvió a ponerme a cuatro patas y pude ver cómo las cuerdas ya habían dejado huella en mis muñecas, aunque el dolor de mi culo era tan intenso que lo de las muñecas era lo de menos.
- Ni se te ocurra moverte - dijo mientras se levantaba de la cama y se quitaba los pantalones. Hasta donde llegaba mi vista pude ver una polla enorme, larga y gruesa con las venas a estallar y mi coño comenzó a lubricarse más todavía.
Volvió a ponerse encima de mis piernas, detrás de mí culo en pompa y sin ningún pudor clavó su polla en mi ano, hasta que pude notar como sus huevos rozaban el agujero. Grité del dolor y gemí del placer a la vez. Él no paraba de follarme el culo mientras suspiraba entre sonidos guturales.
- Ni se te ocurra correrte, no hagas que me enfade otra vez.
- No.... No... se si ... - quise avisarle de que estaba a punto pero no me dio tiempo, mi coño empezó a soltar la corrida sorteando el cachivache que tenía dentro. Por un momento le pedí al cielo que él no se hubiera percatado. Pero era tan evidente que eso fue imposible.
Volvió a parar en seco todos sus movimientos y se hizo un silencio eterno hasta que decidió levantarse de la cama otra vez.
Fue a la esquina de la cama y comenzó a desatarme una de las cuerdas que apretaban mis muñecas.
- Lo siento, lo he intentado, he intentado no correrme, de veras, pero.. - me disculpé con miedo a que ya no quisiera seguir con eso.
- El que lo siente soy yo, Ca-ro-li-na - dijo remarcando cada una de las sílabas de mi nombre. - quien avisa no es traidor.
Terminó de desatarme todas las cuerdas y giró mi cuerpo poniéndome boca arriba. Se sentó al lado de mi cabeza y recorrió mi cuello con sus dedos hasta dejar posada su mano sobre él.
- No sé qué hacer contigo - dijo pasando su dedo por mis labios. - ¿Es tan complicado para ti ser sumisa y hacerme caso?
Sus manos se postraron sobre mi cuello mientras cada segundo que pasaba ejercían más fuerza. Empecé a notar como me costaba coger bien el aire. Él acercó su boca a la mía y pasó su lengua por mis labios dejándomelos empapados. Yo cada vez alcanzaba a coger menos aire y se lo hacía ver porque mi garganta empezaba a emitir sonidos de asfixia.
- ¿Te cuesta respirar? ¿Ves ahora lo que has conseguido? - puso su boca abierta encima de la mía y me soltó su aliento.
Yo notaba que ya no podía más y que si no me soltaba la cosa podría terminar mal. Le agarré del brazo, él aflojó su mano y permitió que me incorporará lo suficiente para poder toser y recuperar el aliento. Tardé casi un minuto en estabilizarme.
- ¿Preparada para otra sesión de asfixia? - dijo sin importarle en absoluto mi estado de recuperación.
De inmediato se sentó encima de mi cara de tal manera que refrotasen sus huevos en mi boca mientras se masturbaba con la mano. Mi coño recuperó de inmediato la lubricación. Empecé a comerle los huevos mientras él no podía evitar que saliesen de su boca pequeños gemidos que me ponían más y más cachonda a cada rato.
Se incorporó un poco para introducir su polla en mi boca hasta que llegase al fondo de mi garganta.
- Trágatela entera porque si no me vas a obligar a romperte en dos, puta desobediente.
Sus palabras, su polla en mi boca, sus gemidos, mi garganta al límite... Mi coño no daba abasto con tanto placer junto.
Sacó su pene empapado en mis babas y tosí el resto encima de sus huevos y continúe mamando, más y más, con toda la intensidad posible.
- Para, para, para - interrumpió él mientras sacaba la polla de mi boca. Supe que se iba a correr porque sus gemidos habían aumentado y llegaban a ser escandalosos.       - ábreme la boquita, ábremela bien. Trágate toda mi leche, ¿entendido?

Afirmé con la cabeza y seguidamente hice lo que se me ordenó, abrí la boca hasta el límite y en pocos segundos comenzaron a caer el mi lengua chorros de su inmensa corrida. Él gritaba de placer. Aguanté en esa posición hasta el final, hasta que cayó la ultima gota, cerré la boca y me la tragué enterita y volví a abrirla para que él pudiese comprobarlo.

 Tanto dolor había hecho que el gesto de darme su leche me supiera a recompensa.
-Muy bien, muy bien... - dijo mientras sacudía las últimas gotas que le quedaban en mis labios. Cerré los ojos, aún me quedaban fuerzas aunque no sé muy bien de donde las sacaba y su mirada ansiosa me dejaba entender que todavía no habíamos acabado….CONTINUARÁ. :)

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